Los
Reyes Magos me ha traído este año un regalo extraordinario, el libro “La Ciudad
y las Leyes” de Cornelius Castoriadis. Según me contaron en una nota sus
majestades de Oriente, les ha costado encontrarlo, ya que esta primera impresión
del libro se ha hecho exclusivamente en Argentina. Pero bueno, como me he
comportado bien, y me veían tan ilusionado, me lo han conseguido. Y vaya si
merecía la pena. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. En esta
obra se reúnen los seminarios dictados en 1983-1984 por Castoriadis en la École
des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris. Dichos seminarios, como reza
en la contraportada del libro, están dedicados al nacimiento, la naturaleza y
el funcionamiento de la democracia ateniense, y en particular al singular fenómeno
que fue la democracia directa tal como la practicaban los atenienses. A partir
de su análisis de la democracia ateniense, Castoriadis hace continua
digresiones sobre nuestro vigente sistema pseudodemocrático.
El
libro está lleno de reflexiones inteligentes y profundas, con una lucidez
extraordinaria. Una de las que más me ha gustado es su definición de revolución.
Para Castoriadis, “la mejor definición que pueda darse de darse de una revolución
en la época moderna sería la siguiente: ni barricadas ni toma del Palacio de
Invierno (que no fue más que un golpe de Estado), sino reconstitución de la
unidad política de la sociedad en acción”. A continuación introduce una
planteamiento brillantísimo: “un período revolucionario se da cuando cada cual
deja de quedarse en su casa, de ser nada más que lo que es: zapatero,
periodista, obrero o médico, y vuelve a ser ciudadano activo que quiere algo
para la sociedad y su institución y considera que la realización de eso que
quiere depende directamente de sí mismo y de los otros y no de un voto o de lo
que sus representantes hagan en su lugar. Por definición, una revolución así no
es violenta: puede producirse sin derramar una sola gota de sangre”. ¿Por qué
entonces muchas revoluciones terminan en cerramiento de sangre?. Para
Castoriadis, “la violencia en proceso revolucionario no es inducida por la
sociedad en movimiento sino por los contrarrevolucionarios que quieren volver a
cualquier precio al viejo estado de cosas. Así sucedió en la Revolución
Francesa, así sucedió en la Comuna y en Polonia”.
Lo expresado por Castoriadis cobra
una actualidad inusitada. Movimientos emergentes como el 15M, que encajan en la
definición de revolución expuesta con Castoriadis, han sido segados por el
Estado cuando están dando sus primeros frutos, a través de una represión, en principio sutil,
pero cada vez más violenta, para desmotivar a los ciudadanos dispuestos a salir
del aislamiento y el individualismo fomentado por el complejo del poder.
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