domingo, 21 de abril de 2013

MI ÚNICO LEGADO: EL AMOR

Muchas personas se afanan en acumular bienes materiales que legar a sus descendientes. Buscamos ansiosamente las riquezas, la popularidad, la reputación pública, todo aquello que tiene que ver con el éxito.  Una búsqueda insaciable que hacemos a costa del tiempo que nos reclaman las personas a las que decimos amar (padres, esposo/a, hijos, amigos, etc..). Nuestro ego crece y nuestro corazón se encoge. el filósofo Paul K.Feyerabend, en su lecho de muerte, tomó conciencia de lo absurdo de esta pretensión y escribió: “estos podrían ser mis últimos días. Los cuento uno por uno. La parálisis que ha surgido recientemente está causada por un derrame hemático en el cerebro. Quisiera que después de mi alejamiento quede algo de mí –ni ensayos, ni declaraciones filosóficas definitivas-; amor. Espero que sea esto lo que permanezca y que no pese mucho sobre éste el modo en que me vaya; que desearía fuese de una forma leve, como en un coma profundo, sin una lucha con la muerte que dejara detrás de sí un mal recuerdo. Cualquier cosa que suceda, mi pequeña familia, podrá vivir para siempre, Grazina, yo y nuestro amor. Esto es lo que más deseo, que no me sobreviviera absolutamente nada de mi estado intelectual sino sólo el amor”. (P.K. Feyerabend. Matando el tiempo. Una autobiografía. 1995).

  Las palabras de Feyerabend es una admonición para el recordar el amor verdadero, que está mucho más allá de todas las mascaras de pseudoamor. En estos momentos en que el Nihilismo para envolverlo todo, es bueno recordar el mensaje de Feyerabend: el verdadero amor nunca muere.

File:Paul Feyerabend Berkeley.jpg
Paul K. Feyerabend.

 

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