He querido
esperar a tener el periódico entre mis manos para poder leer con la atención
que merece tan extraordinario y excelente artículo. Desde que anunciaste que
iban a publicar en Babelia el contenido de tu conferencia sobre "la
vocación literaria" aguardaba ansioso el día de su publicación. Intuía, y
no me he equivocado, que el escrito sería de elevada calidad y de honda
profundidad intelectual. La metáfora del puzzle, para explicar la conformación
mental de un concepto complejo, me resulta muy sugerente. A mí también me
surgió una idea similar en cierta ocasión, como ya tuvimos la oportunidad de
comentar. En determinados momentos, tenemos la intuición de acercarnos a la
totalidad y sentimos una gratificante sensación de plenitud. Puede que dure un
segundo, pero estos breves fragmentos de lucidez y clarividencia pueden
justificar toda una vida. Precisamente, en estos días he estado leyendo una
obra casi olvidada, “Tendencias básicas de nuestro tiempo” del sociólogo
Pitirim Sorokin que toca este asunto. Este libro incluye un interesante epígrafe titulado “Papel de
lo supraconsciente en las creaciones y descubrimientos”. A él me voy a referir a continuación.
Pitirim A. Sorokin |
Para dilucidar,
distinguir y definir el concepto de conocimiento supraconsciente, que suele
confundirse con el insconciente o el subconsciente, Sorokin delinea algunos
criterios básicos sobre esta modalidad de conocimiento. Estos son:
1)
Lo
supraconsciente parece ser la zona en la que se originan los más grandes logros
y descubrimientos, en todos los terrenos de la actividad creadora: ciencia,
religión, filosofía, tecnología, ética, derecho, bellas artes, economía y
política. Sin su genial participación o/a través de la mera actividad
consciente o inconsciente, solo se obtienen magros resultados.
2)
Lo supraconsciente crea y descubre por medio de la intuición supraconsciente. Esta
difiere de todo tipo de intuición sensoria (percepción, observación), como así
también de toda clase de razonamiento lógico, matemático y silogístico. Las
diferencias entre ambos son los siguientes:
a.
A
diferencia de los sentidos y la razón, la inspiración o conocimiento intuitivos
surgen como un relámpago que nada tiene que ver con la paciente observación
sensorial o el análisis lógico y matemático.
b.
El
momento y las circunstancias en que se produce tal destello, difícilmente puede
ser previsto, pronosticado o voluntariamente prefijado.
c.
El
alumbramiento ocurre, a menudo, en el instante más inesperado y bajo las más
imprevisibles condiciones. Esto rige tanto para las naciones y otros grupos
organizados, como para los individuos. La corriente creadora, en todos los
terrenos, fluye y refluye, se eleva y desciende, se desplaza a otro grupo de
manera errática e inesperada.
d.
El
destello intuitivo alumbra el meollo o la esencial naturaleza del fenómeno, el
nóumeno o sentido del nuevo valor creador.
e.
La
intuición supraconsciente yace en un plano mucho más hondo que todo
conocimiento sensorial o lógico, más allá de toda experiencia.
f.
Lo
supraconsciente ignora el ego, lo trasciende total e incondicionalmente. Un
individuo dominado por lo supraconsciente, es mero instrumento de éste, carece
de ego y se eleva muy encima de las limitaciones del ego.
g.
La
supraconsciencia, con su intuición creadora y demás características propias,
fue advertida hace ya mucho tiempo y denominada de muy distintas maneras: El yo
(versus ego), atman, purusha, la Iluminación, la Sublime Estupidez, La razón
Eterna, el no-conocimiento, la divina locura, el nous, la gracia de Dios, la revelación
divina o mística, el neuma, la docta ignorantia, la luz interior, así la han
denominado muchos pensadores y grupos. También se la ha llamado: genio,
inspiración, élan creador, la soberana inteligencia que en un abrir y cerrar de
ojos capta la verdad de las cosas, al contrario del vano entendimiento,
inspiración celestial y supramental sabiduría que rebasa todo conocimiento y de
otras muchas maneras.
A continuación,
Sokorin alude a multitud de ejemplos de este tipo de conocimiento supraconsciente
en el campo de las matemáticas, las ciencias, la filosofía, el arte, la
religión. Reproduzco dos ejemplos, uno el del matemático Gauss; y otro del
filósofo Nietzsche:
Carl Fiedrich Gauss |
Nietzsche |
“El éxito no lo
debí a mis penosos esfuerzos, sino a la gracia de Dios. Como en un súbito destello
el enigma quedó resuelto. Por mi parte,
no puede indicar cuál fue el hilo conductor que eslabonó mis previos
conocimientos con la idea que hizo posible mi éxito”, Gauss
“…Uno se
convierte en el médium de superpoderosas influencias. Entonces ocurre algo que
solo podemos llamar revelación, esto es, súbitamente, con inefable y dulce
certidumbre, algo en nosotros se torna visible y audible y nos sacude y
desgarra hasta lo más profundo de nuestro ser. Y oímos, sin buscar nada y
tomamos sin preguntar quién es el dador. Como un relámpago, la idea surge, por
necesidad, completa…Es una embriaguez…nos hallamos fuera de nosotros
mismos…Todo ocurre de manera enteramente involuntaria, como en una tormenta de
sensaciones, libertad, poder, divinidad”, Nietzsche.
Sorokin concluye que el papel del
conocimiento supraconsciente “parece ser el de iniciador y supremo guía, en lo
que se refiere a los más notables descubrimientos, invenciones y obras
maestras. En tal sentido, coopera con las vías sensorial y racional de
conocimiento, cuyas funciones básicas parecen consistir en desarrollar y poner
a prueba a la idea súbita o esquemática originada en la intuición
supraconsciente. De ello se sigue que todo gran descubrimiento o logro es
siempre el resultado de la conjunta acción de las tres vías de conocimiento y
creación: la supraconsciente, la racional y la sensorial. Esto nos previene
contra la aceptación indiscriminada de intuiciones, muchas veces falsamente
supraconscientes. En realidad, la gracia de esta intuición, en su forma más
plena y pura, solo de tarde en tarde visita a unos pocos predestinados o
ungidos”.
“…En las
creaciones magistrales, la verdad obtenida mediante las tres vías de
conocimiento es más plena y vasta que la que se logra por un solo camino, sea
éste el de la percepción sensorial, el del razonamiento lógico-matemático o el
de la mera intuición. La historia del saber humano es un cementerio atiborrado
de erróneas observaciones empíricas, falsos razonamientos y pseudointuiciones”.
Sokorin denomina “conocimiento integral” a su modelo de pensamiento.
No menos
interesante para abordar este interesante asunto de la inspiración artística o
literaria es la obra de Waldo Frank “El redescubrimiento del hombre”. La
segunda parte de este libro lo dedica W.Frank
a la “relación como conocimiento”, apartado que comienza con la
descripción de una revelación personal que le cambió su vida. Para Frank, “el
término revelación está reservado, por el hábito de nuestra cultura pasada,
para el testimonio de los hombres que se han sentido visitados por algún acto
especial: la voz del Señor sobre el profeta, la visión de la noche oscura del
alma del artista o del santo”. Según
Frank es necesario que la revelación, como relación directa con el cosmos, sea por lo menos no hostil a las “leyes
científicas de la naturaleza”. En cierto sentido, Frank aboga porque esta
relación con el cosmos debe entenderse como un conocimiento de lo real y como
un valor que, por ser real, es primordial e invade las relaciones funcionales
normales del hombre. Por tanto, si la revelación –el inmediato conocimiento por
el hombre de su relación con el cosmos- está dentro de la experiencia común (en
esto se distancia de Sorokin que lo limita a ciertos seres excepcionales) y de
la común emoción, debemos ser perspicaces para encontrarla.
Waldo Frank |
En opinión de Waldo Frank, el
conocimiento revelado tuvo dos profetas americanos, el brasileño Euclides da
Cunha y el norteaméricano Walt Whitman. De este último estoy leyendo en este
preciso momento su ensayo “Perspectivas democráticas” (1871). Esta obra poco
conocida de Whitman constituye todo un
alegato a favor de una literatura democrática, integral y con sentido de la
totalidad. Whitman se imagina a las grandes figuras del pensamiento como orbes
y sistema de orbes moviéndose libremente por los espacios de ese otro cielo, el
intelecto cósmico, el mar. En un momento de excitación proclama: “”Exijo razas
de bardos orbitales, con dominio incondicional e intransigente”. Y se pregunta:
“¿dónde está el hombre de letras? ¿dónde está el libro cuyo objeto sea más
noble que el de limitarse a seguir por la senda trillada, repetir lo que ya se
ha dicho, y, como máximo triunfo venderse bien y ser erudito o elegante?”.
Walt Whitman |
Me gustaría, para finalizar, tratar
un asunto que considero importante: ¿Se dan las condiciones necesarias para que
nos visiten las Musas? Sobre este cuestión, relacionada con la recuperación de
la autonomía interior, Lewis Mumford comentaba, en “La conducta de la vida”,
que una vez tuvo “la suerte de celebrar
un seminario para un grupo de educadores: hombres y mujeres bien entrenados en
el uso de sus herramientas, la mayoría de ellos doctores de la filosofía,
personas que ya han alcanzado la eminencia en su profesión o estaban en camino
a ella. Les pregunté cuántos dedicaban tanto como media hora al día en completa
soledad, sin ninguna interrupción exterior. La mayoría de ellos confesaron que
ni siquiera había considerado la necesidad de ese período: si por rara
casualidad caían en una hora vacía, se sentían obligado a "hacer
algo" con ella; tan ocupadas las personas que estaban en el ir desde el
momento en que se levantaban hasta cuando iban de nuevo a la cama.
¿Autodirigido pensamiento? No. ¿Ensimismamiento? No. ¿Sueños y fantasías? ¡Una
y mil veces no! Entonces les pregunté qué parte del día dedicaban a las artes
más subjetivas: lectura de poesía, componer música, pintar o activamente mirar
un cuadro, o en la oración. Sólo uno de los participantes –por acuerdo general
la mente más brillante del grupo-confesó no cualquier cosa, sino la actividad
más superficial y pasiva de estas; tímidamente, él admitió que rezaba”.
Lewis Mumford |
Nos ha tocado vivir en una época en
la que nuestra mente se encuentra continuamente anestesiada por multitud de
dispositivos electrónicos que nos impiden un breve tiempo de reflexión sin
interrupciones. Para la práctica del retiro provechoso y constructivo,
tendremos que crear, en opinión de Mumford, una estructura social especial para
ella, una nueva forma de claustro, el Gran Buen Lugar en honor de la fábula en
la que Henry James no sólo diagnostica las formidables presiones de nuestro
tiempo, sino que también indicó en una forma imaginativa el tipo de entorno y
rutina necesaria para superarlas. Mumford imaginaba un futuro en el que “ninguna
casa será diseñada que no tenga su apartado o su celda, para complementar el
único equivalente de hoy día, el cuarto de baño; ninguna ciudad estará bien
diseñado que no establezca apartados lugares de retiro: solitarios paseos, aislados
escondites de los bosques, torres infrecuentadas difíciles de escalar, caminos tortuosos,
como la antigua Rambla en el Central Park, no menos de estos que de lugares públicos
donde las personas pueden ir en grupos para la comunión social o la recreación común.
La tendencia general de nuestras mentes, durante el último siglo de la
expansión urbana mecanizada, se opone tanto a esa necesidad del retiro que el
ideal de casi todos los urbanistas, hasta ahora, ha sido hacer todos los
lugares igualmente accesibles, abiertos, públicos”.
Espero que estos apresurados apuntes
contribuyan al debate sobre la necesidad de la introspección, del silencio, del
retiro voluntario, del pensamiento, de las oportunidades que debemos darle a
nuestra voz interior para que nos hable y cuyo mensaje podamos plasmar en una
nueva literatura a la altura del Mundo Nuevo que muchos soñamos. Un mundo
iluminado por los bardos orbitales a las que aludía Whitman, uno de los cuales,
Javier Gomá Lanzón, lleva emitiendo desde hace tiempo una poderosa luz que nos
anima el espíritu y nos hace abrigar esperanza en una nueva literaria
dirigida a la mujer y al hombre
equilibrado y pleno.
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