domingo, 26 de mayo de 2013

EL ESPÍRITU EXPANSIONISTA Y EL TRASPASO DE CARACTERES EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

Reflexionando sobre los principios ideológicos que impulsaron la conquista portuguesa de Ceuta y, en general, el afán expansionista que demostraron los reinos cristianos a partir del siglo XV, recordé una brillante interpretación de Waldo Frank sobre las causas de esta transformación desde unos reinos territoriales de límites seculares hasta su conversión en un imperio donde “nunca se ponía el sol”. En opinión de Frank el ansia de conquista fue una traspaso del carácter guerrero y expansionista del Islam a los cristianos  durante los siete siglos que duró la reconquista de la Península Ibérica. Según W. Frank “la naturaleza del Islam es precisamente la del explorador. Las virtudes del explorador -los movimientos, la violencia, la adquisición y la conquista-conservan la Idea de las razas del desierto que se mueven siempre hacia los horizontes. Cuando la idea del Islam entra en España y cuando arraiga en tierras andaluzas, levantan una cultura casi sin semejante, cuyo origen espiritual es opuesto esencialmente a la idea del Islam, puesto que la idea del Islam no puede echar jamás raíces”.
“Mahoma y sus capitanes no conocieron este mundo que  envía sus resplandores desde Córdoba, y de haberlo conocido, no lo habrían encontrado de su gusto. El Profeta habría tronado: “Esto es blasfemia y derrota, esto es separarse de los mandamientos de Alá. En vez de inventar nuevas formas de esplendor para vuestras mezquitas, debíais avanzar. ¿Cómo? ¿Vosotros pactando con los judíos? ¿Vosotros tolerando a los cristianos y consistiendo que sus monasterios se levanten en el Islam? ¿Vosotros estudiando a Aristóteles, cuando el Corán contiene toda la sabiduría? ¿Vosotros consintiendo escuelas que explican la creación del mundo por  las leyes naturales, cuando yo os he enseñado que fue creado por la mano de Alá?. Pero si Mahoma era sabio. Sabía que la naturaleza del árabe, la Idea del Islam y la conducta del pueblo debían de ser una, porque de otro modo la Idea moriría. Pero si Mahoma era sabio, este reino del sur de España era un reino iluminado. Los judíos colaboraron con el Gobierno en las ciencias y en el arte; los cristianos trajeron sus misterios y su música, se permitía la vida conventual, se desenvolvió una arquitectura nueva, y la poesía y el pensamiento florecieron como la hierba de los campos”.
            “¿Qué fue del Islam? La idea que había nacido en el desierto había sido arrancada de la vida del desierto, al acomodarse el Islam en esta alegre tierra meridional. La vida aflojó los rígidos lazos de la fe y se acomodó a nuevas formas, de acuerdo con su nueva actitud. El Islam, cuya vida era la guerra, deseó la paz. Mientras que esto sucede en el sur, donde ha abandonado la Idea del Islam, continúa luchando en el norte, de modo que mantiene  la Idea –su carácter y naturaleza- y ¡se la traspasa al enemigo cristiano!. Los cristianos del norte, luchando continuamente con el Islam, viven siempre más cerca de la Idea del Islam. La guerra es un abrazo fértil, como el amor. Se cruzan en ósmosis cristianos y  musulmanes, y llega un día en que los católicos guerreros del norte, con un rigor verdaderamente islámico, hacen presa sobre los delicados musulmanes del sur, que tienen que buscar en África musulmanes poseídos de la Idea del Islam para poder resistir a los cristianos del norte. Y la guerra es interminable, porque es interminable, porque no es una guerra de sangre, sino de almas”.
            Impregnados del nuevo espíritu guerrero traspasado por los musulmanes, los cristianos no se conformaron con expulsar a los seguidores del Islam de la Península, sino que emprendieron una política expansionista que experimentaron en África, comenzando por Ceuta, y desplegaron con todo fragor más allá del Atlántico.  Según esta sugerente interpretación de Waldo Frank, algo extraño sucedió en territorio hispano. Mientras que la Idea del Islam se pacificó en el sur y dio lugar a un esplendor cultural y artístico sin parangón, en el norte los reinos cristianos hicieron suyo el carácter belicoso y expansionista del Islam que les llevó no sólo a conseguir expulsar a los cultivados y finos habitantes de Al Andalus, sino a emprender un amplio programa de conquista que les llevó por África, América y toda Europa.

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