viernes, 31 de mayo de 2013

UN PROPÓSITO RENOVADO PARA NUESTRA JUVENTUD


Observo con preocupación el nihilismo en el que están inmersos muchos jóvenes. La falta de perspectivas laborales vacía de contenido y sentido una existencia cuyo propósito, le dicen padres y profesores, es conseguir un título académico que les permita alcanzar el éxito profesional y económico. Nuestros jóvenes, que de tontos no tienen un pelo, han llegado al convencimiento de que completar los estudios no es garantía para obtener un trabajo digno y bien remunerado, al menos en nuestro país. Cuando todo el propósito vital se dirige al éxito económico, el tener más que el ser,  no nos debe extrañar que al verse frustradas estas expectativas se dejen arrastrar por el “presentismo” y la desesperanza. Necesitamos, por tanto, dibujar un propósito más elevado que el simple logro económico. Los griegos eran plenamente conscientes de esta necesidad y les dieron a sus jóvenes un plan de vida cuyos fines estaban recogidos en el juramento que hacían todos los efebos cuando alcanzaban la edad adulta. Dice así:

“Nunca deshonraremos a ésta, nuestra Ciudad, con acto alguno de deshonestidad o cobardía, ni nunca abandonaremos a nuestros camaradas que aguantan en las filas.

Combatiremos por los ideales y cosas sagradas de la Ciudad, a solas y con muchos.

Respetaremos y obedeceremos las leyes de la Ciudad y haremos cuanto esté a nuestro alcance para suscitar un  respeto y una reverencia iguales en aquellos que están por arriba de nosotros y que podrían anularlas o reducirlas a nada.

Nos esforzaremos incesantemente por promover el sentido del deber cívico en el público.

Así, en todas estas formas, transmitiremos esta Ciudad, no sólo menor sino mayor, mejor y más hermosa de lo que nos fue transmitida a nosotros”.
 
 

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