La historia del pastor Pascual
Carrión, que he conocido gracias a Javier Sabater, me ha hecho recordar un
inteligente escrito de Pedro Salinas titulado “Defensa, implícita, de los
viejos analfabetos” e incluido en su libro “El Defensor”. En este breve ensayo, Salinas propone la
existencia de dos tipos de analfabetos: el analfabeto puro y el
neoanalfabeto, con dos modalidades en
este último caso, los totales y los parciales.
Del primero del analfabeto puro,
dice que “puede ser persona trágica, y es su tragedia que poseyendo, acaso, su
alma virtudes innatas bastantes para designarlo como ser de excepción si
el laboreo de las ideas hiciese germinar
aquellas virtudes, se queda baldío, por carencia de letras y cultivo”. Salinas
no tiene reparos en declarar que “siento por esta clase de analfabetos respeto,
simpatía y admiración en sus casos. Basta andar un poco por las parameras
castellanas o los olivares de Andalucía, si de mi tierra se trata, para dar con
analfabetos que resultan ser, en cuanto se les conoce, personas tan cabales en
su humanidad, tan dignas en conducta y tan atinadas en su juicio como muchos
hombres rebosados de instrucción”.
En cuanto a los neoanalfabetos,
aquellos que “después de haber aprendido a leer, porque así se lo enseñaron en
la escuela, renuncia al uso de su capacidad lectora, salvo en lo estrictamente
indispensable: el correo diario, los programas de cine o espectáculos y la guía de teléfono”. Salinas los
considera, como nueva clase, “mucho mas amenazadora y peligrosa que lo de los
analfabetos puros. Ni están con el diablo en su tenebrosa ignorancia, ni
aspiran a Dios, a la claridad de su sapiencia”.
Forman parte de este grupo de neoanalfabetos, los neoanalfabetos parciales, “es decir, los
que todavía usan sus dotes de leer, pero reduciéndolas a la mayor estrechez.
Caben casi todos bajo el generoso manto denominador del especialismo”. A ellos
dedica una amplia y contundente crítica Pedro Salinas.
En
la misma línea que Pedro Salinas, recuerdo igualmente el comentario que figura
en “El apéndice actualizado” del conocido libro de Giovanni Sartori, “La
sociedad multiétnica”. Este polémico sociólogo italiano, defiende la tres de
que en el pasado había más saberes, afirmación que apoya en tres tipos de
argumentos. “El primero es que se entendía más cuando el mundo del hombre era
menos complejo, y que por tanto estamos perdiendo comprensión porque nos vemos
derrotados, cognitivamente, por complejidades crecientes. El segundo argumento
es que antes había más saber en el sentido de que los imbéciles aún no habían
empezado a pensar, lo que dejaba más espacio y daba más espacio al que sabía
pensar. Y el tercero es que el pasado
era más docto en términos de sabiduría. Sí, durante milenios la humanidad no ha
tenido educación. Pero esa falta de educación –no saber leer ni escribir- se
suplía con una tradición de sabiduría destilada en proverbios, se suplía con un
“saber proverbial”.
En los últimos tiempos, con la
perdida de la estrecha relación que muchos analfabetos mantenían con la tierra,
se ha perdido la sabiduría de la naturaleza, del cultivo, del pastoreo, como la de Pascual, y ha surgido un neoanalfabeto
nuevo, el peor de todos, el total. Un neoanalfabeto sin la sabiduría vital del
antiguo analfabeto puro y que, además, carece de las ciertas ventajas que da la
instrucción educativa a los neoanalfabetos que describía Pedro Salinas. Miedo da.
Pedro Salinas |
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