Guardo con mucho cariño
este ejemplar de "La Caída "
de Albert Camus, editado por la la editorial "Zarco" de México, en
1956. Al abrir el libro me ha llegado ese olor "a antiguo" que me
encanta, -como antítesis del nuevo spot de Vodafone que vende olores "a
nuevo". Más allá del valor sentimental que para mí tiene este ejemplar de
"La Caída "
de Camus, considero esta obra la materialización literaria de una de las
principales virtudes de occidente: la capacidad de autocrítica. Ninguna otra
civilización ha dado tantas muestras de autocuestionamiento, crítica vigilante
y permanente autoexamen, tal y como nos han recordado recientemente autores
como Javier Gomá Lanzón y Mario Vargas Llosa. Este espíritu crítico nos ha
permitido avanzar y desembarazarnos de algunos mitos que impedían el libre
despliegue de la razón. La autocrítica es más que nada un ejercicio individual
que nos permite avanzar en nuestro desarrollo personal y vencer el
ensimismamiento y la autocomplacencia. También nos permite juzgar a los demás
para ayudarle a avanzar en su propio crecimiento individual. A esta tarea se
dedicaba Juan Bautista Clamence, el protagonista de "La caída".
"Ejerzo, pues, mi útil profesión. Consiste primero, y Ud. ya ha tenido esa
experiencia, en practicar la confesión pública lo más frecuentemente que sea
posible. Me acuso de todo y por todo...Cuando el retrato ha terminado, como
hoy, lo muestro lleno de consuelo. "¡He aquí, desgraciadamente lo que
soy!!. El requisitorio ha terminado pero al mismo tiempo el retrato que
extiendo a mis contemporáneos se ha vuelto un espejo".
"...Mientras más me acuso,
más derecho tengo a juzgarlos. Aún mejor, hago que se juzguen a sí mismos, lo
que me alivia en proporción. Somos, mi querido amigo, extrañas y miserables
criaturas que por poco que busquemos en nuestra vida no nos faltarán ocasiones
de asombrarnos y de escandalizarnos a nosotros mismos".
"La Caída "
de Albert Camus tendría que ser de obligada lectura para todos, en
especial para los que ejercen cargos públicos. Nadie parece estar dispuesto a
ejercer la autocrítica, a reflexionar sobre la manera en que cada uno de
nosotros, por acción u omisión, hemos contribuido a que se produzca la crisis
que estamos padeciendo desde hace un lustro. En cierto que los políticos han
gestionado mal los intereses colectivos, pero ¿Qué hemos hecho los ciudadanos
para evitarlo? ¿Cuantos de nosotros ha ejercido
la autocrítica y la crítica vigilante respecto a lo que el complejo del
poder hacía con nuestros bienes colectivos? ¿Cuantos, como se preguntaba Albert
Camus, en "El hombre rebelde", han practicado una "rebeldía
vigilante"? ¿Cuantos, decía Camus, sin pretender resolverlo todo, al menos
han dado la cara?
Lewis Mumford, en “La conducta de la vida”, reivindicaba
una herramienta ética diseñada y puesta en práctica por el cristianismo, la
asunción de la culpa y el posterior arrepentimiento. La verdad, sin embargo,
comentaba Mumford, "es que la gente en
nuestra cultura tienen una morbosa tendencia para evitar la culpa, porque no quiere tomarse la
molestia de cambiar su conducta de ninguna manera: la evitación de la culpa y transferencia de la culpa son,
por lo tanto, endémicas entre
nosotros. Estos son sustitutos para el arrepentimiento y la renovación".
"En fin, la manera
de neutralizar las malas inclinaciones no es negar la objetiva existencia
objetiva del mal o evitar odiar lo que es odioso y culpando a lo que es
culpable, sino aceptar el hecho de que tenemos en nuestra propia conducta las
mismas tendencias que nos disgustan y vemos tan claramente en aquellos que se oponen
a nosotros; y sin disminuir nuestra legitima responsabilidad de corregir los actos
de otros personas que necesitan corrección, debemos pedir a nuestros compañeros,
a su vez, que nos ayuden corrigiéndonos”. El orgullo, tan propio de la
idiosincrasia española, es un grave obstáculo que nos impide asumir nuestros
errores y, mucho menos, admitir que alguien no enfrente a ellos. Así va a ser muy difícil superar esta crisis
de profundas raíces éticas y morales. Igual leyendo “La Caída ” encontremos la
inspiración para superar este complejo que nos impide crecer y avanzar de
manera individual y colectiva.
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