El pasado viernes fui a recoger
uno de los regalos de esta navidad, el libro de John Ruskin titulado "La
naturaleza y el hombre". Tardaron un rato en encontrarlo en los fondos de
la librería Reciclaje de Granada. Cuando lo cogí entre mis manos me embargo una
intensa emoción que se acrecentó al apreciar que se trataba de un libro
intonso, es decir, un libro que conservaba
los pliegos sin abrir. Este ejemplar
había permanecido nada menos que setenta años esperando al lector para el que
fue creado. Y ese afortunado lector era yo. Con paciencia y una gran excitación
fui cortando uno a uno los pliegos con un cuchillo e iban apareciendo los
títulos de los breves capítulos que contiene este maravilloso libro de Ruskin. Al
finalizar esta delicada operación comencé de inmediato a leerlo y ayer mismo
acabé. Cuando pasé la última página hice algo que puede resultar extraño para
quien no aman los libros: lo besé. Sí, lo han leído bien, besé el libro en
señal de agradecimiento por lo mucho que me ha aportado. Había esperado setenta
años a que alguien desvirgara sus páginas y dejará que la sabiduría que contiene
viera la luz. No podía menos que estrujarlo entre mis brazos y besarlo. Sé que
ahora está contento, no por mis caricias, sino por la vida recobrada. No le ha
importado que en sus páginas ahora aparezcan líneas subrayadas en azul, ni
párrafos resaltados por corchetes rojos, ni tampoco anotaciones en sus márgenes.
El
libro me ha hablado y me ha recordado cuál es nuestro trabajo respecto a la
naturaleza y los seres humanos que nos acompaña en nuestra travesía vital.
Según me ha explicado, “este universo infinito es insondable, inconcebible en
su todo, por lo tanto cada persona debe descifrar cuidadosamente y contemplar
con detenimiento la parte de él que le sea posible abarcar; luego exponer a sus
inferiores lo que aprendió, separándolo de lo infinito; como el que coge una
violeta en el campo, que no se aprovecha o perfecciona con sólo coger la
violeta o la planta si no se hace visible la flor, y debe, además, hacer
visible la influencia que ejerce en su corazón y tributarle la honra de los
buenos pensamientos que ha suscitado en él y escribir sobre estos efectos la
historia de su propia alma”. Y esto voy a hacer. Uno de los propósitos de este nuevo
año 2014 va a consistir en recoger y sacar de este hermoso libro las ideas que
me ha hecho vibrar, escogerla para el caso y la obra que me ocupen, explicarlas
a los demás con toda la claridad y energía que pueda y coronarlas con la
narración del bien que por medio de estos pensamientos hizo en mi espíritu.
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