Nos ha tocado vivir en un periodo
histórico sumamente complejo. Una edad propicia para la llegada de los
terribles simplificadores que ya predijo el historiador Burckhardt. Este enorme
pensador comentó en algunas de sus obras que la corrupción y las deficiencias
ya observables en la civilización occidental a mediados del siglo XIX se
traduciría en la llegada de los Terribles Simplificadores: las personas que,
con implacable decisión e insistente fuerza, derrocaría incluso las buenas
instituciones que permitían el crecimiento del espíritu humano. Pero quien
mejor vislumbró la llegada de los terribles simplificadores fue Fedor
Dostoveivsky. En su enigmático relato “Memorias del subsuelo” decía que “el hombre
es necio, necio de remate. Y todavía es más ingrato que necio: es difícil encontrar un ser más ingrato que él.
Por eso no me sorprenderá lo más mínimo ver erguirse de pronto en medio de esa
felicidad un gentleman desprovisto de elegancia, de rostro “retrogrado” y
BURLÓN, y que nos dijera, poniéndose en jarras: ¡Bueno, señores! ¿Cuándo vamos
a echar abajo, al polvo, de un solo puntapié, toda esta clarividente felicidad,
aunque sólo sea para enviar los logaritmos al diablo y poder vivir de nuevo con
nuestra estúpida fantasía? Y aún hay algo peor. Y es que muy pronto ese
personaje tendría, sin duda, discípulos. El hombre es así”.
A uno se le hiela la sangre
cuando al recordar estas palabras se le representa la imagen del cómico Beppe
Grillo, candidato a las elecciones del gobierno italiano. Creo que esta “coincidencia”
merece una profunda reflexión de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario