Hace unos días
a mi hijo pequeño le dieron su primera clase de botánica. Le explicaron las
partes de una planta, las funciones de cada una y las diferencias entre un
árbol, un arbusto y las hierbas. Cuando me lo contó, le pregunté: ¿Os ha
enseñado una planta para que la toquéis y veáis sus características? No papá,
me contestó. Nos han enseñado unas imágenes en la pizarra digital. Al ver mi
cara, mi hijo me preguntó: papá, ¿Qué importancia tiene? Total se trata de
simples plantas. Entonces le dije: “Te equivocas, hijo. Las plantas son el
producto y fenómeno principal de la vida; nuestro mundo es un mundo verde, en
el que los animales son comparativamente pocos y pequeños, y todos dependientes
de las plantas. Por las plantas vivimos”. Querido hijo, proseguí, “algunas
personas tienen la extraña idea de que viven por el dinero. Piensan que la
energía es generada por la circulación de billetes”. Qué cosas tienes, papá…Escúchame con
atención, hijo. Esta idea no es mía. La leí en un libro que suelo tener entre
mis manos ¿Te refieres a este viejo libro que tiene las pastas despegadas? Sí,
a ese me refiero. ¿Y qué dice ese libro respecto a lo que estamos hablando?
Pues en él Patrick Geddes, rebosante de alegría, nos decía que “la maravilla de
las estrellas, la maravilla de la piedra y la chispa, la maravilla de la vida y
de la gente, son la sustancia de la astronomía y la física, de la biología y
las ciencias sociales”. Entonces, ¿Qué nos deberían enseñar en la escuela,
papá? Muy sencillo. Deberían enseñaros a apreciar las puestas de sol y los
amaneceres, la luna y las estrellas, las maravillas de los vientos, las nubes y
la lluvia, la belleza de los bosques, la luna y los campos.
Por un momento
mi hijo se quedó pensativo. Papá. Dime, hijo. ¿Tú crees que Patrick Geddes
utilizaba una pizarra como la del cole para dar sus clases de botánica? Seguro
que no. Si hubiera presenciado una lección como la que te dieron a ti hubiera
dicho, lo que dejó escrito en su libro: “¡Pongan a los niños a observar la
naturaleza, no con lecciones rotuladas y codificadas sino con sus propios
tesoros y fiestas de belleza, como son sus piedras, minerales, cristales, peces
y mariposas vivas, flores silvestres, frutas y semillas! Por encima de todo,
muéstrenles las plantas cultivadas y los animales bondadosamente domésticos,
que domesticaron al hombre en el pasado y que ahora vuelven nuevamente hay que
hacer volver para que lo civilizen y le den paz”.
Papá, ¿A ti te
enseñaron a observar la naturaleza cuando eras pequeño? Desgraciadamente no.
Todos nosotros, los adultos, hemos sido más o menos hambreados y mutilados; en
las escuelas hasta se nos convirtió artificialmente en retardados por falta de
esas observaciones y no se despertó
nuestra inteligencia con la labor y los juegos de la naturaleza. ¿Es que
nunca os llevaron de excursión, papá? Ahora que lo dices recuerdo que una vez nos
llevaron al parque de San Amaro para limpiarlo y esto nos sirvió para darnos
cuenta de la importancia de no ensuciar el bosque. También recuerdo con cariño
un trabajo que nos encargó mi profe de ciencias naturales, el profesor Jesús
Ramírez. Nos mandó recoger algas de la orilla
y confeccionar un algario. Para muchos de nosotros fue una experiencia
inolvidable y sirvió para que algunos compañeros descubrieran su vocación por
el estudio de la naturaleza. Parece divertido, papá. Claro que sí. Escúchame.
¿Sabes cual es el secreto de la verdadera felicidad? No. Pues escucha con
atención lo que decía al respecto John Ruskin: “el observar cómo crecen los
cereales, y cómo se abren las flores; el respirar a pleno pulmón, manejando el
arado o el leer, pensar, amar, esperar y meditar son las ocupaciones que hacen
al hombre feliz; son las que siempre tuvieron la virtud de producir este buen
efecto, y nunca tendrán la virtud de hacer otra cosa”. Uh…Creo que lo he
entendido. ¡Por eso me lo pase también cuando me llevaste a observar aves con
tus amigos de la SEO !
Bueno, es hora
de acabar con esta improvisada lección de botánica. ¿Te ha gustado? Sí, papá. Creo que te he
entendido. Mejor me llevas este fin de semana al campo y me explicas la
diferencia entre un árbol, un arbusto y la hierba. Será mucho más divertido y
lo pasaremos bien.