Miro por la ventana. Un tenue
brillo solar deslumbra mis ojos, pero ilumina mi corazón. Siente ganas de
andar, de emprender un camino. El camino de la vida. No conozco el destino y,
sin embargo, no tengo miedo. Alguien por el que siento un profundo aprecio nos
dejó este mensaje para quienes estamos decididos a emprender el camino de la
vida.
“Días duros y amargas noches
pueden todavía quedar por delante para cada uno de nosotros, y para la
humanidad en su conjunto, antes de que venzamos a las actuales fuerzas de la
desintegración. Pero en todo el mundo hay un tenue brillo de color en las ramas más
altas, el brillo de los brotes que anuncian, a pesar de las heladas y las
tormentas por venir, la llegada de la primavera: signos de vida, signos de
integración, signos de una más profunda fe para vivir y de una próxima renovación
general de la humanidad. El día y la hora estarán a la mano cuando nuestros
propósitos individuales y nuestros ideales, reforzados por los de nuestros
prójimos, se unan en un nuevo drama de la vida que servirán a otros hombres
como nos sirven a nosotros. El camino que debemos seguir está inédito y cargado
de dificultades; éste pondrá a prueba al máximo nuestra fe y nuestros poderes.
Pero este es el camino hacia la vida y aquellos que lo sigan triunfarán”. Lewis
Mumford, “La conducta de la vida”, 1952.
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