En el itinerario de Al Warrak, escrito en el siglo X, se cita un lugar llamado Ma` Al-Hayat (el agua de la vida). Según el investigador Ahmed Siraj, este sitio esta ubicado al este de la punta de Benzú, entre este punto y la ciudad de Ceuta. En un mapa que acompaña al estudio del profesor Siraj, éste lo sitúa en las inmediaciones del arroyo de Calamocarro. Una tradición relaciona a este lugar con un personaje coránico célebre, Al-Khidr. Según cuentan, Al-Khidr emprendió una expedición, junto a Alejandro el Grande, en la búsqueda de Ma` Al-Hayat, fuente que daba la vida eterna a todos aquellos que la probaban y bebían. Tal es así, que según esta tradición, Al-Khidr, que bebió de esta fuente, aún podría estar vivo.
Sea o no sea cierta esta leyenda, es innegable la pérdida del sentido espiritual y mágico del agua. Yo comparto el parecer de autores como Iván Illich, quién en su conocida obra “H20 y las aguas del olvido”, se negaba a aceptar que todas las aguas puedan ser reducidas a un compuesto químico, el H20. El agua, cada día más manipulada por el hombre, ha devenido en H20, que es, en palabras de Illich, “una creación social de los tiempos modernos, un recurso escaso que requiere un manejo técnico. Es un fluido manipulado que ha perdido la capacidad de reflejar el agua de los sueños”. Nosotros nos sumamos a la reivindicación de Illich de poder “saciar la sed sin recurrir a H2O entubado, embotellado, desinfectado”. La verdadera agua es la que brota de los manantiales y fluye libremente en las corrientes de agua. Por ello hemos solicitamos que el agua procedente de los manantiales de Benzú no se mezcle con el H20 producida en la planta desalinizadora y que se restauren las fuentes de agua existente en la ciudad. El agua de los manantiales y de las fuentes naturales localizadas en distintos puntos de Ceuta tendría que estar disponible, de manera libre y gratuita, para todos los habitantes de la ciudad.
Imagen de al-Khidr y Alejandro Magno, junto al pez de "Moises"