Nada es casual, y menos en la
iglesia católica. El nuevo Papa ha elegido el nombre de Francisco I, en clara
alusión a Francisco de Asís. Este “Hermano del Camino” reasumió, en opinión de Mumford,
la tarea de Jesús. La labor de desmantelar
y dispersar las instituciones humanas y desafiar sus poderosos triunfos. Los
principios guías de los franciscanos eran el amor y la pobreza. Buscaban la santidad
en el compañerismo y en la servidumbre.
Se puede decir que la gran
realización de Francisco fue el restaurar, en su propia persona, la mutilada
imagen de Jesús. Sin embargo, Francisco de Asís no fue capaz de desprenderse de
la Iglesia Romana. La institución eclesiástica, el papado, consiguió anular su
mensaje, utilizando la estrategia de la integración de los franciscanos en el complejo entramado
institucional de la iglesia. ¿Sucederá lo mismo con Francisco I? ¿Será posible
la restauración del mensaje original de Jesús de Nazareth?.
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