lunes, 3 de junio de 2013

EL FILÓSOFO EUTRAPELOS


¿Tiene que ser el filósofo sinónimo de hombre serio y taciturno? No necesariamente. Aristóteles, consideraba que el hombre cultivado podía encontrar la diversión mediante las bromas de buen gusto. Claro que, como buen griego y máximo defensor de la necesidad del equilibrio en todos los ordenes de la vida, alertaba contra pecar por defecto o exceso en esto del buen humor. “Ya que en la vida debe haber también esparcimiento, y en este esparcimiento también una conversación en la que tenga cabida la broma, el hombre debe encontrar un punto intermedio entre lo mucho y lo poco”. A este respecto comenta Marc Fumaroli en su obra “Paris-Nueva York-Paris” que “sólo el hombre eutrapelos sabe encontrar este medio, evitando caer en la bufonería,  pero también en la rusticidad o en la pedantería. Fumorali define  la eutrapelia como “la virtud de los seres civilizados, que los mantiene al margen tanto de la euforia vulgar como de la seriedad cazurra, en gracioso equilibrio en el uso del juego, la chanza y la conversación alegre. Se aparta tanto de la licencia grosera como de la pesada taciturnidad: “los que saben bromear con medida son llamados eutrapelos”.  La eutrapelia está igualmente presente en las relaciones de amistad. Una virtud, por tanto, en consonancia con el “alto ideal social y moral de humanidad griega, risueño, benevolente y magnánimo”.

            Al pensar en la eutrapelia le he puesto nombre y rostro: Javier Gomá Lanzón. A él dedico este breve comentario en agradecimiento por su amabilidad y simpatía.

File:Javier Gomá Lanzón.jpg

No hay comentarios:

Publicar un comentario