lunes, 3 de diciembre de 2012

En estos momentos de profunda crisis multidimensional cobra fuerza la idea de algunos historiadores que observan un claro paralelismo entre el orden romano y el mundo moderno. Según Mumford, "la victoria de la cristiandad en el s.IV no fue debida a la sumisión de una minoria de romanos tradicionalistas a una mayoria de cristianos, sino más bien LA CAPITULACIÓN DE UN MAYORÍA CONFUNDIDA, DESCONFIADA, AMBICIOSA, SUPERSTICIOSA, DERROTISTA, A UNA MINORÍA ORGANIZADA QUE SABÍA LO QUE QUERÍA Y NO RETROCEDÍA ANTE NINGÚN ESFUERZO PÚBLICO NI PENALIDAD PRIVADA PARA EJECUTAR SU VOLUNTAD. El mismo espíritu que los cristianos demostraron al establecer la iglesia pudo salvar al Estado y renovar el orden social. Pero los sostenedores de la cultura clásica solo sabían luchar en una acción demorada; eran incapaces de inventar la estrategia de una nueva campaña". Son varias la lectura que podemos extraer de este breve texto. Para mí la más importante es que un pequeña minoría, con el suficiente tesón y confianza puede alcanzar sus objetivos ante una mayoría desmoralizada y pasiva. Pero en la salvación, también está el peligro. Esta minoría puede ser de signos muy distintos. Puede ser un grupo con un mensaje de amor, comunidad, cooperación y compañerismo, o bien, una facción violenta, integrista y fanática. Ante este peligro pienso que lo más sensato es acometer lo que no hicieron los romanos: reactivar la sociedad y renovar los principios éticos y morales sobre los que asentar un nuevo modelo social más justo, igualitario y colaborativo.
 
 
 

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