Hace seis millones de años los
primeros homínidos se bajaron de los árboles, estiraron su espalda y miraron al
frente para salir de la selva y emprender
su camino a la sabana. Con estos gestos
iniciaron la humanización del hombre. En nuestro tiempo, el hombre se
encuentra de nuevo ante un salto crucial en su evolución. Debemos abandonar
nuestra particular selva, donde, -tal y como la describió Waldo Frank-, “en
lugar de tarántulas y árboles frutales, tenemos máquinas. En lugar de tormentas
e imprevistos enjambres de bacterias e insectos, tenemos el agitado vaivén de
las fuerzas económicas”. El éxito de esta empresa va a depender de nuestra
capacidad cooperativa. La única que ha permitido al hombre llegar hasta aquí.
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