domingo, 16 de diciembre de 2012

UNA OPORTUNIDAD PARA RECONCILIARNOS CON EL SER HUMANO

Nicolás Maquiavelo, en su obra “El Príncipe”, hizo una triste descripción de la condición humana. Retrató a los hombres como seres  ingratos, volubles, simuladores, ansiosos de evitar el peligro, deseosos de ganancias. Todo esto es cierto, pero no debemos olvidar, -como señaló Lewis Mumford en  “La condición del hombre”-, mirar al otro lado de la balanza: porque hay igual evidencia histórica que demuestran que los hombres son también leales, sinceros, prestos a enfrentar el peligro, indiferentes a la ganancia personal cuando están en juego los principios o las lealtades son despertadas. La visión negativa del ser humano, según la cual somos malos innatos y nadie hará bien mientras no se vea obligado a ello ha sido siempre la excusa normal del absolutismo y los regímenes totalitarios para subyugar a los hombres y mujeres.
Esta capacidad para la maldad y la bondad, para la conducta que infamaría a un animal sano y la conducta que honraría a un ángel, es la que da al carácter humano su jerarquía, su variedad, sus inesperadas caídas y resurgimientos.
La principal aportación de Darwin fue la lucha por la existencia y la supervivencia de los más aptos. Sin pretenderlo, Darwin justificó la inhumanidad del hombre contemporáneo, achacándole todo el proceso a la naturaleza. Una vez más, como sucedió en la época de Maquiavelo, los aspectos más oscuros de la humanidad fueron subrayados, olvidando factores fundamentales de la vida humana como la ayuda mutua y la cooperación.
Nos acercamos a navidad, una fiesta que contribuye a resaltar valores fundamentales del ser humano: la amistad, la generosidad, la entrega a los demás, el recuerdo de los seres queridos que ya no estén entre nosotros. Que estos sentimientos nos sirven para recuperar la confianza en la condición humana y nos den fuerza para salir fortalecidos de esta profunda crisis que nos aflige.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario